Allí donde habita el espanto: Goya y sus visiones negras
- revistadigitalmyst
- 26 abr
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Actualizado: 14 jun
Por Magdalena Cueto
En mi viaje a Europa, entré al Museo del Prado en Madrid con la quietud que impone el arte colgado en las paredes del tiempo. Salones bañados por la luz suave, lienzos que narran epopeyas, retratos de la nobleza detenidos en su vanidad… y sin embargo, algo oscuro me llamaba desde el fondo.
Fue allí que por primera vez observé con detención las Pinturas Negras del pintor español Francisco de Goya (1746-1828). En medio de tanta belleza contenida, las obras de Goya no solo destacaban: se desgarraban del muro, crujían, exhalaban terror puro. Saturno devorando a su hijo, El aquelarre, Dos viejos comiendo sopa… No eran simples imágenes. Eran portales a una locura lúcida que no pedía permiso para entrar. No era solo horror. Era una forma de verdad, una desesperación tan humana que estremecía. En esos rostros desencajados, deformes, en esos cuerpos devorados por la locura, Goya no pintó monstruos: pintó el alma cuando se rompe, el abismo cuando lo miramos de frente, el espanto cotidiano de la condición humana.


Pero, ¿qué llevo a Goya a hacer ese tipo de pinturas tan inquietantes y distintas al arte de sus contemporáneos?, ¿qué se sabe de su personalidad?, ¿estaba loco, era un solitario, era excéntrico? Su personalidad era tan compleja como su obra: cambiante, intensa, marcada por la sensibilidad y por una mirada aguda, casi brutal, hacia el mundo. Lo que sabemos de su carácter viene tanto de sus cartas, especialmente las dirigidas a su amigo Martín Zapater, como de los testimonios de contemporáneos y de su evolución artística.
En sus cartas, Goya se mostraba como un hombre apasionado, con sentido del humor. Se reía de los poderosos, amaba la vida, y a la vez era profundamente consciente de su fragilidad. Hablaba de sus enfermedades con sarcasmo, incluso de la sordera que lo marcó de por vida desde los 46 años.
Muchos han especulado sobre su salud mental, incluso, al ver las Pinturas Negras, me dije a mi misma "esto solo puede pintarlo alguien medio loco". Pero estaba muy equivocada, ya que, más bien, parece que fue un hombre extremadamente consciente del horror de su época —guerras, inquisición, miseria— y lo reflejó con un realismo desgarrador. Su “locura”, si se puede llamar así, era una forma feroz de lucidez.


¿Qué decir de su estilo pictórico? En sus obras, excluyendo las pinturas de la realeza, Goya no buscaba pintar con realismo ni perfección formal o belleza, sino que más bien, a través de sus pinceladas, su intención era transmitir emociones. Por eso existe un contraste tan abismal entre estas dos etapas de su trabajo artístico.
Su pincel es rápido, expresivo, a veces violento. Las figuras no están bien definidas: son manchas de angustia, rostros que se disuelven en la sombra, cuerpos apenas delineados que parecen surgir del caos. Utilizaba pinceladas gruesas, gestuales, casi como un precursor del expresionismo.
Las composiciones suelen estar desequilibradas, tensas. Los personajes están atrapados en posturas distorsionadas, muchas veces sin centro claro, como si se movieran dentro de un sueño agitado o una visión alucinada. En estas obras, Goya no buscaba convencer. Buscaba inquietar. Y lo logró con una fuerza que todavía hoy nos sacude.



